La Basílica de San Ambrosio fue erigida por voluntad del Obispo Ambrosio con la finalidad de acoger los restos de los santos mártires Vittore, Satiro, Nabore, Vitale, Felice, Gervasio e Protasio, sobre un cementerio, a fines del siglo IV d.C. Por este motivo, en el período de Ambrosio se llamó la Basílica de los Mártires.
Durante el período del Obispo Angilberto II, siglo IX fue sumamente modificada. Se realizó el Altar de oro de Vuolvinio en el que fueron colocados los restos de San Ambrosio, Gervasio y Protasio (que un siglo más tarde se posicionarán en una cripta debajo del altar).
El aspecto actual pertenece a la reestructuración del siglo XI: tres naves cubiertas por bóvedas de crucería y un cuadripórtico que precede la basílica.
Entrando se aprecia un relieve de San Ambrosio del siglo XIII, amorcillos que vendimian, la columna del serpiente con su historia afascinadora, plintos antiguos, un ambón que nos cuenta historias de redención junto con el sarcófago de Stilicone. En el ábside mayor hay un milagro de San Ambrosio y el Altar de oro ya mencionado. Además la cripta donde yacen los santos y la particular Capilla de San Vittore in Ciel d'Oro.

Fuera de la iglesia, el pórtico bramantesco, la columna del diablo y la poterna homónima.
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