La Basílica de San Ambrosio fue erigida por voluntad del Obispo Ambrosio con la finalidad de acoger los restos de los santos mártires Vittore, Satiro, Nabore, Vitale, Felice, Gervasio e Protasio, sobre un cementerio, a fines del siglo IV d.C. Por este motivo, en el período de Ambrosio se llamó la Basílica de los Mártires.