Una agresión brutal, un delito sexual en Milán.
La víctima es una joven inocente cuya muerte perturbó la opinión pública. Un padre que encuentra a la hija sin vida. Un hombre que se declara culpable pero que no convence a la policía y es liberado. Luego de nuevo lo acusan de homicidio voluntario y de violencia carnal, lo juzgan y lo internan en un hospital psiquiátrico.
Estamos hablando de María Luisa de 17 años, conocida como Mary, una joven sólo casa y escuela, con amigos, vida tranquila, frecuentaba el Bachillerato. Un domingo como otro de fines de 1987, después de almorzar en la casa de su abuela, la joven decide de ir a una fiesta en una discoteca de Milán con sus compañeras. Una vez dejada la discoteca, no tarde porque tenía que volver a casa temprano, junto con las dos amigas toma el tren para volver a su casa, que nunca alcanzará. Mientras caminaba por la calle Candiani (zona Bovisa), alguien la asalta y la arrastra hasta un lugar abandonado, abusa de ella y luego la mata golpeándole la cabeza contra el suelo de piedras, robándole también el poco dinero que tenía. Su padre inquieto porque era tarde y no regresaba, decide de ir a buscarla con el coche y encuentra con horror su hija semidesnuda por tierra y muerta.
El hombre que se declaró voluntariamente culpable del homicidio se llamaba Roberto de 43 años, conocido por disturbios psíquicos. Conocía a la chica y decía que estaba enamorado de ella desde hacía tiempo. Con él estaba también su amigo Walter también minusválido.
La policía interrogó a los dos, que dieron respuestas contradictorias; parece ser que eran mitómanos. Después de dos años de espera de juicio retractaron todo lo acontecido. Los expertos juzgaron a Roberto como un sujeto socialmente peligroso, con personalidad disturbada y con dificultad a controlar el sexo y excluyeron que fuese un mitómano.
En 1992 fue juzgado culpable y condenado a ser internado en un hospital psiquiátrico, por un período no menor de 10 años.
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